El misterio de Rennes-Le-Chateau: Los hechos
Los tesoros no faltan en el antiguo Razés, algunos legendarios pero también verdaderos, como estas monedas árabes descubiertas en un riachuelo.
Ya en 1339 los monjes de Boulbonne excavaban en la zona de Axat, cerca de Rennes-Le-Chateau.
La tradición dice que los Visigodos, huyendo de los Francos y antes de pasar a España, escondieron su fabuloso tesoro en los alrededores de Rhedae (recordemos que fue temporalmente su capital). Estos mismos visigodos que fueron los saqueadores de Roma en el 410 y se hicieron con el botín de otro saqueo, el del Templo de Salomón en el 70.
Algunos estudiosos del caso hablan del Tesoro de los Reyes de Francia escondido en el Razés por Blanca de Castilla.
Se habla también, y con insistencia, del Tesoro de los Càtaros, de naturaleza desconocida, y del que sólo se sabe que fue evacuado del pog de Montsegur la noche antes de la entrada de los asaltantes en el castillo.
Los templarios y sus riquezas estuvieron presentes en el Razés a lo largo de los siglos, aunque con poco protagonismo, por no decir cierta discreción.
Dicen que hasta Jesucristo habría visitado el Razés, y descansaría en los alrededores.
Pero vayamos a los hechos…
El 2 de Junio de 1885 el Obispo de Carcasona manda a un joven cura de 33 años, BÉRANGER SAUNIÈRE, a ocupar la curia de Rennes-Le-Chateau. Saunière nació a pocos kilómetros de Rennes-Le-Chateau y es muy probable que fuera partícipe de la realidad de quien ha vivido en esta región y sabe que el fondo del alma occitana es fértil en cuentos y leyendas, y sabe también que estas tierras esconden más de lo que enseñan.
El pueblo está en un estado lamentable, y la iglesia más todavía, el presbiterio casi inhabitable.
Para el joven cura rebelde e insolente con la autoridad tanto civil como eclesiástica, no se trata en principio de una promoción, sino más bien de un castigo.
Nada más llegar a su parroquia el cura Saunière toma una decisión chocante y arriesgada, contratando a una joven sirvienta de 18 años: MARIE DENARNAUD.
Casi de inmediato emprende una serie de obras y reformas de la iglesia con un dinero prestado por el Ayuntamiento.
Unos pocos años más tarde nos encontramos con una iglesia no solamente reparada sino también totalmente redecorada cuanto menos poco ortodoxa, por no decir extravagante, un presbiterio nuevo, unos edificios grandiosos e incompatibles con el sueldo de un cura rural. ¿Qué pasó para que el cura pobre de solemnidad pase a gastar como un millonario?
El mismo Béranger Saunière deja entrever un origen misterioso a sus inmensos dispendios, bajo la forma de un tesoro.
¿Qué sabemos con certeza?
Al poco de iniciar las obras se descubre delante del altar una losa boca abajo debajo de la cuál aparece una olla llena de monedas de oro (según el cura, medallas de Lourdes…).
El cura descubre en un pilar visigótico
unos extraños pergaminos, que piensa poder utilizar para devolver al Ayuntamiento el préstamo acordado de mala gana. Lo consulta con Monseñor Billard, Obispo erudito y en contacto con el Abad Bieil, sabio cura de Saint Sulpice de Paris, quién se propone para descifrar y vender los manuscritos en la capital.
Suvencionado por Monseñor Billard Saunière viaja a Paris donde conocerá no solamente al Abad Bieil sino también a varios aficionados al ocultismo, entre los cuales un entusiasta de veinte años, Emile Hoffet, sobrino de Bieil y apasionado por el ocultismo y las sociedades secretas, tema de moda en aquel momento. Encontrará también, y compartirá una amistad muy especial con Emma Calvé, cantante de 24 años, ocultista a sus horas. Compra en el Louvres reproducciones de obras de Poussin que darán mucho que hablar más adelante.
De vuelta a su pueblo devuelve el dinero prestado al Ayuntamiento. Los dos años siguientes verán nacer al Saunière hombre de negocios. Abre 4 cuentas corrientes, una de las cuales en Budapest y empieza a recibir ( a nombre de Marie Denarnaud) cantidades importantes de dinero, sobre todo de congregaciones religiosas.
Cuando no está de viaje suele pasear por los alrededores del pueblo con su mochila a la espalda, contestando con evasivas a las preguntas de los habitantes del pueblo.
El caso es que va dejando en su iglesia recién reformada extrañas pistas y alusiones a un tesoro oculto, y pasa más de una noche en el cementerio, escavando o borrando lápidas, desencadenando las quejas del Ayuntamiento.
El sobrino de saunière afirmaba haber visto monedas de oro en un limgote alquitranado en la mesa de la Torre Magdala, siendo niño. De hecho, la contabilidad del cura revela que consumía grandes cantidades de petróleo, que hubiera podido servir para disolver el alquitrán.